30.8.05
Crónica bastante crónica
Estuve en Buenos Aires... con mon amies... y la verdad es que sólo me queda por decir que necesitaría un trozo de cerebro extra o, aunque más no sea un par de sentidos más para poder acomodarme a esa ciudad maléfica.
Un viaje de 16 hs. Dieciséis horas con una persona que posee un problema de hiperkineticidad y no puede entender que no se teje a dos agujas en un colectivo de larga distancia cuando te apagan la luz. Señoras y señores: la Chani.
Uno por Buenos Aires camina rápido, como llevado por el movimiento de la gente, es la inercia personificada en, en, en.... en algo! Lo peor, es que uno llega a la esquina a alta velocidad y el semáforo siempre está en rojo. ("Esperá que se enfríe el muñequito para cruzar", me dijo el otro personaje que me acompañó en mi estadía y al cual probablemente haga referencia más adelante). Y cuando llegás… y tenés que esperar 3 minutos 50 para cruzar! es un reverendo embole... eso te hace pensar: pensar "¿Por qué corro? ¿A quién le quiero ganar? ¿A la vida? ¿Inconscientemente estaré tratando de escapar de algo o alguien? ¿Iré por el camino correcto? Me parece que no. Me perdí… uy sí, no tengo idea dónde estoy, que boluda, le voy a preguntar a ese señor amable que me ofreció un Rolex a precio de ganga hace 3 cuadras” Pero claro… aparece esta voz, esta vocecita que te dice: “No hablés con nadie, no hagás contacto visual, escondé la plata y ni se te ocurra sacar la cámara” Y entro en pánico y suceden cosas como cuando grito si alguien me pide fuego en una plaza a las 4 de la tarde. Verde. Sigo caminando y me olvido de todo. Miro. Camino.